El contestador automático

¡Hola! Este es el contestador automático de su centro escolar.

Para facilitarle la tarea de contactar con la persona apropiada, le pedimos que escuche todas las opciones antes de seleccionar

Para mentir respecto a la ausencia de su hijo – Pulse 1
Para dar excusas porque su hijo no ha hecho los deberes – Pulse 2
Para quejarse de nuestro trabajo – Pulse 3
Para insultar al personal del centro – Pulse 4
Para preguntar porque no dispone de información que ya le ha sido enviada – Pulse 5
Si quiere que criemos a su hijo – Pulse 6
Si desea venir y tocar, abofetear o golpear a alguien – Pulse 7
Para pedir un cambio de profesor por tercera vez este año – Pulse 8
Para quejarse del transporte escolar – Pulse 9.
Para quejarse de las comidas de la escuela – Pulse 0

Si se da cuenta de que este es el mundo real y que su hijo/a debe ser responsable del trabajo en clase y de los deberes en casa, de que tiene que dar cuentas de su propio comportamiento y de que su falta de esfuerzo no es culpa del profesorado, entonces cuelgue y que tenga un buen día.

Este es el mensaje que el personal del centro californiano Pacific Palisades Charter High School del Los Angeles Unified School District votó unánimemente para ponerlo en el contestador telefónico automático como reacción por las quejas y reclamaciones recibidas cuando el centro estableció la norma de que alumnos y familias tenían que responsabilizarse por las ausencias y los deberes escolares no presentados.

Antes de continuar, quiero aclarar que este es un mensaje de voz ficticio, que nunca apareció en el contestador telefónico del centro. El texto sin embargo es real: fue creado por el profesorado como reacción sardónica por la controversia suscitada cuando, en 2002, dicha escuela estableció que la acumulación de ausencias no justificadas y el incumplimiento de los deberes impediría al alumno pasar de curso. Algunos padres amenazaron con llevar la escuela a los tribunales, alegando sobre todo que ignoraban que se había tomado esta medida. Como las autoridades del distrito escolar no apoyaron el centro, éste se echó atrás pero el profesorado hizo circular este mensaje ficcional para expresar de manera sarcástica su malestar ante las frustraciones que demasiado a menudo experimentan los docentes cuando tienen que hacer frente a excusas fabricadas y a negligencias en el cumplimiento de las obligaciones por parte de los alumnos y de sus familias. La relación entre estamentos, el profesorado y la institución de un lado y las familias «consumidoras de educación» por otro, sigue siendo problemática en aspectos específicos, aunque en general la sociedad reconozca la necesidad y el valor de la escuela. Sin embargo, el día a día a menudo no es fácil, a pesar de las proclamas y eslóganes sobre la participación y la colaboración entre centros y familias.

La anécdota concreta que motiva esta Nota de opinión es muy antigua, es del año 2002. El foro de donde saqué la información ya no está disponible, aunque queda algún rastro en la web. El manifiesto de los enseñantes de Pacific Palisades es del todo anterior a la generalización de los teléfonos móviles, la conexión de estos a Internet y el estallido de las redes sociales. Podemos conjeturar que a día de hoy los padres habrían creado grupos de chat reprobando al centro y al profesorado y que las protestas, murmullos, tergiversaciones y apreciaciones del todo injustas con los enseñantes (incluidos insultos) vía Whatsapp, Facebook o similares habrían magnificado el enfrentamiento, sobre todo si los docentes hubieran respondido con estas mismas armas (¡espero que no!). Entonces la polémica habría saltado a los medios de comunicación, con la consiguiente magnificación del conflicto en una de estas dinámicas adversariales de todos contra todos tan propias de los tiempos actuales, en las que la razón, la justa medida y la solución menos drástica y más equilibrada son siempre víctimas .

Es preciso constatar que la relación entre familias y centros educativos en términos de comunicación, confianza y cooperación en un mundo interconectado, y también el equilibrio eficaz entre la necesaria transparencia institucional y la imprescindible discrecionalidad profesional son grandes asuntos de fondo plenamente vigentes. Pienso que las dinámicas de innovación a gran escala que se vislumbran en el sistema educativo lo pondrán plenamente de manifiesto en muy poco tiempo. ¿Nos ponemos a imaginar a cuanto puede llegar la temperatura del Whatsapp cuando se vea que cuesta mucho materializar las expectativas de renovación pedagógica, de satisfacción en el trabajo y, también, de rendimiento escolar? Creo que los innovadores harían bien en ir pensando a fondo este asunto, si es que no lo están haciendo ya.

Volviendo al principio, tal como añadió uno de los redactores del comunicado-ficción dirigiéndose a madres y padres, que nadie olvide que si lo puede leer probablemente es gracias a una profesora o profesor, o a muchos.

Ferran Ruiz Tarragó

@frtarrago

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